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Barcelona: una grata sorpresa

Barcelona

Llegamos a Barcelona desde Roma en un vuelo de Ryan Air. Primera vez que volábamos en una Low Cost europea.
El vuelo fue bastante tranquilo, incluso a pesar de unos tifosi napolitanos que iban a bordo para dirigirse a un partido en España. Los asientos eran cómodos, pero como buena low cost europea, los de Ryan Air venden literalmente todo (nosotros habíamos prepagado en el momento de la compra el asiento y el embarque de equipaje). Aterrizamos ya de noche en el aeropuerto El Prat, sacamos el equipaje de las cintas y nos dirigimos a tomar el tren desde la estación contigua a la terminal aérea, ya que era lo que nos dejaba más cerca del alojamiento que habíamos reservado, el que quedaba por la zona de Passeig de Gracia. El camino a la estación de trenes estaba en un estado calamitoso para ser el segundo aeropuerto de España, pero no había mucho que recorrer por suerte.

Pero más allá de lo desastroso del estado del Aeropuerto El Prat y su estación de trenes, realmente no daba mucho por Barcelona. Tenía una imagen mental más cercana a que iba a estar unos días -por ser un destino de moda a nivel global- en un lugar invadido hasta por debajo de las piedras por los turistas, sobretodo por el turismo de juerga y joda, ese que muestra sus más claros ejemplares en las playas de Ibiza o los borrachos adolescentes estadounidenses, los "springbreakers". Además me imaginaba de que iba a estar en un lugar que todo estaba armado para el turismo, en otras palabras, pensé que me esperaría conocer una ciudad sin alma donde el turismo de masas globalizado hizo puré a la identidad local, convirtiéndolo en una mera escenografía para el goce de las hordas que caminan con sus maletas con rueditas.   Pero por suerte, al bajarnos en la estación del tren y metro  subterránea que es Passeig de Gracia, ese prejuicio que tenía sobre Barcelona desapareció por arte de magia, ya que al salir de la estación nos encontramos con una imagen nocturna de una ciudad llena de vida ejemplificada con la casa Battló iluminada. En ese momento, solo pensé "p'ta la weá que linda es esta ciudad de noche", cambiando mis bajas expectativas en una grata sorpresa. Me importaron un carajo las maletas con rueditas y las hordas, que las hay, pero sentí que esta ciudad era mucho más que una suma de clichés y estereotipos y valía la pena estar aquí. Luego de caminar unas cuadras, encontramos nuestro alojamiento, el cual cumplía con las 3 B: Bueno, Bonito y Barato. Dejamos las cosas y fuimos a dar una vuelta por los alrededores de la Plaza Catalunya y ver si encontrabamos algo para comer, ya que había algo de hambre y luego a descansar, lo que vendría el día siguiente ya es otra historia


Tarjeta de seguridad en Ryan Air


Tips:

Los vuelos Low Cost son convenientes, pero hay que saber comprar, nosotros pagamos 158 dolares por dos pasajes en Ryan Air de Roma a Barcelona incluyendo equipaje y asiento. Ojo con las tarifas más económicas, pueden ser muy tentadoras, pero eso sí, a esas hay que incluirle asiento y equipaje que se pagan por separado.


Para llegar del Aeropuerto El Prat a Barcelona, hay tanto autobuses que hacen el recorrido desde ambas terminales hasta la Plaza de Catalunya, no cuestan más de 6 euros el viaje. La otra opción es el tren de cercanías R2 Norte que sale desde la Terminal 2, teniendo paradas en Llobregat, Estación Sants, Passeig de Gracia. El valor no supera los 4,5 euros por pasaje

¿Dormir en Barcelona? hay de todo, pero dependerá de la temporada del año. En el verano europeo los precios se disparan. Por ende la mejor época es viajar entre enero y antes de semana santa y entre septiembre a noviembre

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