Vista del Auditorio Nacional de la Ciudad de México desde el Hop On Hop Off |
Tras recorrer el largo paseo de la Reforma, seguimos en el autobús hasta el Auditorio Nacional (el mayor recinto techado para recitales y conciertos de la Ciudad de México) donde hace la primera parada.
Por lo menos el día estaba lindo, pese a la nube gris de smog que envuelve cotidianamente a la Ciudad de México cualquier fecha en el año.
Luego seguimos en el sentido contrario por Reforma para doblar por uno de los tantos anillos perífericos hasta llegar a la Colonia Roma (la segunda escala del viaje) para tomar la enorme avenida Insurgentes para pasar por la Monumental Plaza de Toros México y el Estadio Azul (del Cruz Azul), dos pasiones mexicanas, una de los sectores acomodados tradicionales (toros) y otra enraizada por décadas en el mundo popular (fútbol).
Entrada Monumental Plaza de Toros México |
Nunca antes me había quedado tan claras las diferencias de clase y de distinción al pasar al lado de estos dos coliseos, uno de un seudo deporte como es la tauromaquia y el otro el de la pasión de multitudes, pero que en México tiene la particularidad de ser el paraíso del fútbol empresa como manejos más parecidos a los del fútbol americano (franquicias, clubes que cambian de ciudades) que los que se pueden ver en Argentina, Chile o Perú, además de que el fútbol se vive de una manera mucho más tranquila que en el cono sur.
Entrada 19 al Estadio del Cruz Azul, Ciudad de México |
En México no hay restricciones al público visitante, ni barras bravas con redes con el poder, pese a que la sombra del narco ronda por el fútbol, pero no quita que la pasión del fútbol en México en términos generales sea mucho más aplacada que en Buenos Aires o Santiago.
Tal vez, el hecho de que ambos sean buenos negocios (uno para la distinción y otro para sacarle dinero a las masas) que tanto el estadio como la plaza de toros están un barrio de clase media acomodada como es la colonia Ciudad de los Deportes.
Vista del estadio Olímpico Universitario de la UNAM |
Luego de esta escala deportiva, nos dirigimos a uno de los orgullos mexicanos: la Universidad Nacional Autónoma de México, más reconocida por su sigla: UNAM.
Conocida por ser una de las mayores universidades públicas de Latinoamérica, es el paradigma de la contradicción mexicana y latinoaméricana: una universidad de excelencia formadora de profesionales de excepción en un país donde la mitad no llega a terminar la secundaria.
Primero pasamos por el estadio Olímplico Universitario, el que es el hogar de uno de los pocos clubes que no son empresa en el fútbol mexicano: los Pumas de la UNAM que depende de la Universidad. Este estadio tiene la particularidad de que fue sede de las olimpiadas de 1968 (año conocido por los sucesos que desembocaron en la matanza de Tlatelolco, donde uno de sus escenarios fue precisamente la Universidad).
Vista de la Biblioteca de la UNAM |
Pero el recorrido del Hop On Hop Off siguió bordeando la UNAM por el lado de Avenida Insurgentes, donde pudimos ver a la distancia la Rectoría y la Biblioteca, símbolos del conocimiento y de la academia del México, tal vez, una de las pocas herencias que valen la pena de los 70 años del régimen del PRI.
UNAM |
Tras dejar la UNAM, seguimos hacia Tlalpan, pasando por la zona de Hospitales. El recorrido se hace largo y monótono y empieza a surgir el fantasma del hambre.
Luego de acá, nos dirigimos a Coyoacán. Cómo no era domingo, estaba casi vacío, tranquilo, un verdadero pueblo enclavado en la caótica Ciudad de México.
Fuente de los Coyotes, Coyoacán |
Hacía 9 años que no andaba por allí y salvo los precios, muchas cosas no habían cambiado. Aprovechamos de bajar del Hop On Hop Off y fuimos a buscar donde comer.
Tras caminar unas cuadras por la calle Felipe Carrillo Puerto hasta llegar a la esquina de la calle Presidente Carranza algo nos topamos con un lugar de antojitos yucatecos, el "Tucan" donde comimos una orden de tacos de cochinita pibil bastante bien servidos y lo mejor, sin apuro.
Volvimos hacia el Jardín Centenario donde estaba la parada del Hop On Hop Off y dimos una vuelta (y escala técnica en el baño) al Samborns de Coyoacán para luego retornar a la parada.
Iglesia de Coyoacán |
Luego de unos 40 minutos, volvió a pasar el Hop On Hop Off, y ahí sentimos que el viaje se estaba terminando, que la travesía que partió desde Villa Crespo pasando por Mendoza, Villa Alemana, Viña del Mar, Nueva York, Los Ángeles, Tokio, Kioto, Miyajima , Hiroshima, San Francisco y la Ciudad de México estaba llegando a su fin.
Pero el final de un viaje es siempre el comienzo de otro.
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