Avenida Ricardo Lyon esquina av. Providencia con el Costanera Center de fondo |
Tras algunos días en mi región de origen, me retorné a Santiago ya que al día siguiente tomaba mi vuelo de vuelta a Argentina.
Sin apuro salgo de Villa Alemana (ciudad natal de quien escribe) para Santiago una mañana de jueves en un Turbus hasta la Terminal Alameda.
El viaje es tranquilo salvo por la particularidad de como medida anticovid-19 están entre medio de los asientos un plástico insalubre que "supuestamente" protege a los pasajeros del bicho.
Ojo, no soy antivacunas (hasta ahora llevo 4) pero tampoco vamos a creer que un plastiquito todo insalubre nos cuidará de caer enfermos del covid...
Interior de un Turbus con "plásticos" anticovid |
Viajo para Santiago un día antes, ya que iba a hacerme el PCR en un laboratorio de Providencia para ingresar a Argentina (aunque a partir de fines de enero de 2022 ya no se solicita mas para ingresar a la Argentina), pero con la particularidad de que los resultados los tenían en 4 horas y a un buen precio, unos 25,000 CLP (como 30 dólares o unos 6450 ARS al cambio blue en ese momento).
Detrás del smog están Santiago y la Cordillera |
Tras 2 horas de viaje llego a Santiago, bajándome en la Terminal Alameda Turbus. Recojo el equipaje y salgo hacia Providencia (zona oriente de Santiago) desde la estación del metro que está a la salida de la Terminal: la estación Universidad de Santiago (línea 1).
Para ser las 10 de la mañana viajo en el metro con bastante espacio y si no fuera por los desafinados raperos venezolanos que pululan por los vagones como Pedro en su casa, habría sido un viaje hasta aburrido.
Me bajo en la estación Manuel Montt, en pleno corazón de Providencia y me dirijo al Ibis Budget (av. Manuel Montt 240), donde iba a pasar la noche. A primera vista, en Providencia no parecía que hubiese ocurrido ni el reventón social del 2019 o sufrido de manera evidente la crisis por el coronavirus (salvo por las mascarillas/barbijos en la calle), sino que parecía otra ciudad, muy distinta al cercano Santiago Centro, el que había estado hace algunos días.
Más allá de las impresiones, dejo las cosas en el hotel y salgo a caminar. Aunque había desayunado, tanto ajetreo me dio hambre (además tenia que ir a hisoparme a las 13 hrs), me voy a comer un completo a la Fuente Alemana de av. Pedro de Valdivia (la original estaba en Plaza Italia/Dignidad pero al morir el dueño se dividieron el imperio). Me pido un completo italiano (tomate+palta+mayonesa) y un café ¿Cuánto me costó? casi 6400 CLP (7,7 dólares o 1655 ARS), el doble que en el Cevasco de Viña!!
Completo Italiano más café en la Fuente Alemana |
Aunque tengo que reconocer que estaba muy rico, me perdonarán pero no vale 6400 CLP un café con completo!!! Luego de dar unas vueltas, me voy a hisopar a la sucursal de Genosur (Marchant Pereira 381 a 4 cuadras del metro Pedro de Valdivia, línea 1) No me demoré nada, fue rápido e incomodo pero en las 4 horas ya tenía el PCR negativo en mi teléfono.
Bueno, lo del PCR no es algo que me genere mucha gracia pero es un mal necesario de estos tiempos pandémicos. Vuelvo al hotel y desde ahí me dirijo hacia la Avenida Providencia, llegando a un lugar donde me daba algunas vueltas en mí época de estudiante provinciano en Santiago: el Portal Lyon.
Para los que no lo sepan, el Portal Lyon (algo como la Bond Street de Buenos Aires) era y es el reducto de tribus urbanas varias en la zona oriente de Santiago (góticos, otakus, darks y ñoños varios). Hoy en día conviven en el Portal Lyon tatuadores, seguidores de la cultura cannabica, disquerías y comiquerías.
Portal Lyon |
Tras este flashback noventoso que fue andar por el Portal Lyon, me voy a una clínica de calle Holanda a juntarme con mi padre que andaba ese día en Santiago haciéndose unos exámenes a la vista (por suerte todo bien).
Luego de saludarlo, me voy al cercano Costanera Center, templo mayor del consumismo chileno a buscar donde almorzar algo (eran cerca de las 14:40 hrs). Uno pensaría que el Costanera Center estaría con restricciones de aforo, pero no, lleno hasta las manos, sobre todo el patio de comidas, donde la gente atacaba cual desesperados los locales de fast food.
Cualquiera diría que acá no hubo estallido y que no parecía que ganó una coalición de izquierda y que a pocos kilómetros de ahí se está redactando una nueva constitución, pero lo que sucede en este fast food en la práctica una contradicción que siembra una serie de dudas si realmente quieren cambios tan radicales los chilenos, pero como digo, escapa al blog.
No me crees? Lo puedes ver en este video 👉 https://youtu.be/3dPUbjfJJWk
Como quería comer algo y tenía algo tiempo (esperando el resultado del PCR) decido ir a Plaza Ñuñoa. Tomo el bus 212 desde su punto de partida que va desde Los Leones hasta La Pintana, bajándome en la esquina de Chile-España con avenida Irarrázaval, prácticamente a la altura de la estación del Metro (Chile-España, línea 3)
Fue un viaje rápido, ya que el bus no se habrá demorado más de 30 minutos en todo el trayecto. Pero más allá de eso, fue meterme en una máquina del tiempo ya que me recordó mis añosos tiempos de cuando iba a tomar clases de estadística aplicada a la educación al Campus Oriente de la Universidad Católica (tenia clases en casa central y me salía más rápido combinar metro+micro)
Hacia Plaza Ñuñoa en la 212 |
Me baje del bus, sigo por la av. Irarrázaval en dirección a la Plaza Ñuñoa, un barrio gentrificado y hipsterizado, espacio territorial simbólico del mundo progresista santiaguino, muy cerca de 3 campus universitarios y en cuyas cercanías viví en los años 90 (en la mucho más proletaria Villa Los Presidentes) y casi todos los días pasaba por ahí, comía o me tomaba algo con amigos.
Al caminar hacia la Plaza Ñuñoa veo el barrio algo cambiado desde la última vez que fui, la que habrá sido en el 2009, pero su esencia sigue intacta.
Plaza Ñuñoa |
Me meto a uno de los lugares más icónicos de la plaza Ñuñoa: Las Lanzas, un café-restaurant que es un clásico del barrio, que como consecuencia de la pandemia estuvo a punto de quebrar pero ha renacido pese a todo.
Como decía antes, cuando vivía en los 90 por esta parte de Santiago, al lugar que pasaba era a Las Lanzas, ya sea para comer un completo o barros luco al paso, tomarme una cerveza con amigos o juntarme con la novia (una estadounidense de intercambio) que tuve en esa época universitaria.
La última vez que fui en el 2009, aún estaba vivo el icónico dueño, el español Manuel Vidal, quien era el alma del local. Pero en esta parada, ya había fallecido pero el hijo trata de mantener el espíritu del local pese a todo.
Barra de Las Lanzas con espejos, Plaza Ñuñoa |
Me pido un Barros Lucos, un clásico chileno, un sándwich de queso derretido + churrasco (milanesa de lomo o nalga en chileno) y sin querer me llevó a esos años 90 como estudiante que tenía arrumbados en lo más fondo del baúl de los recuerdos. Claramente dio gusto volver, sin melancolía, eso sí, no espero que pasen mas de 13 años para volver de nuevo.
Al terminar de comer, se me pone a hablar un parroquiano, un típico cliente de Las Lanzas (treintón o cuarentón, con pinta y habla de haber tenido los beneficios de la educación superior) a comentarme algo sobre la constituyente (los que redactan la nueva constitución post dictadura en Chile).
Barros Luco en Las Lanzas, Plaza Ñuñoa |
Parecía que lo conocía toda la vida y nos quedamos hablando un buen rato hasta que me voy, ya que salir a dar una vuelta y casualmente escucho en la esquina: "Pato Barrientos, eres tu weón???".
Era una amiga que no veía desde la última vez que tomé algo en Plaza Ñuñoa, así que nos fuimos a tomar una cerveza al lado de la Batuta (lugar donde tocan bandas, un clásico noventoso).
Ahí me quedo con ella hasta las 21:30, donde tomo el metro en la estación Chile-España hacia Manuel Montt con combinación en la estación Ñuñoa (combinación líneas 3 y 6) hasta Los Leones (combinación con línea 1) para bajarme en la estación Manuel Montt.
tomando metro hacia Los Leones en la línea 6 |
Llego a la zona del hotel y sus alrededores eran literalmente un sábado en la noche. Las primeras 3 o 4 cuadras están llenas de bares, cervecerías y restaurantes, los cuales estaban llenos (la gente tiene ganas de mandar al carajo al bicho), pero yo ya venía algo tomado y me fui al sobre. Mañana ya volaba de vuelta y es otra historia.
Tips:
👉Comer en Santiago no es barato, comparando con Mendoza o Buenos Aires. Para comer aunque sea un sándwich con gaseosa o cerveza, calcula desde al menos 7 dólares. Tal vez es más barato en lugares como el Costanera Center, pero ármate de paciencia con las hordas que van a comer algo.
👉Moverte por Santiago es fácil, moverse principalmente en metro y usando las micros (buses) de manera complementaria. Más info sobre como moverse en Santiago lo puedes ver en este posteo del blog actualizado: https://www.directoriodemicros.com/2015/11/como-moverse-con-el-transporte-publico-en-Santiago-de-Chile.html
👉El hotel donde dormí el Ibis Budget está bien ubicado, nada que decir. Personal amable. Habitaciones funcionales. Precio estándar para Santiago (49 dólares, los que se pagan en pesos chilenos). Si no pagaste por el desayuno, cuesta como adicional un equivalente a 5 dólares. Lo puedes reservar tanto en su sitio como con nuestros socios de Booking
👉Los hisopados en Genosur están en menos de 4 horas. Hay que sacar turno en su página web, se paga online y tiene varios locales. Yo fui al de Marchant Pereira 381, pero existen varios en Santiago, en el Hilton Garden (a 4 km del aeropuerto) y Maitencillo (región de Valparaíso) con precios que parten desde los 25,000 CLP. Mas info en su web: https://www.genosur.com/es/
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